Los 3 miedos ancestrales que influyen silenciosamente en nuestras vidas

Estos miedos, aunque a menudo irracionales, vienen regularmente a perturbarnos, sobre todo a finales de año, y esto, de manera inconsciente, cuidado, no es una "verdad" ya hecha, simplemente lo que yo vi en el recuerdos.

Entonces, ¿cuáles son estos tres miedos?

Miedo al fin del mundo

Es un miedo casi omnipresente en nuestras sociedades. Sólo hay que encender el televisor para oír hablar de guerras, desastres, hambrunas o incluso crisis económicas. Es posible que este temor tan arraigado se remonte a tiempos antiguos.

Una de las hipótesis sobre el origen de este miedo vendría del sol (y de lo que vi en los recuerdos).

A medida que se acercaba el invierno, el sol parecía "desaparecer". Los días se iban acortando y nuestros antepasados temían que el sol no regresara. Sin sol, no hay cultura, no hay comida, no hay vida. “Rezaban” a RA y/o esperaban su regreso, y estas “oraciones/mantras”, aunque envueltas en simbolismo religioso, transmiten un miedo visceral a la extinción.

Miedo a la desaparición de la especie

Este miedo no concierne sólo a la especie humana, sino también a los animales y a las plantas, porque todo está interconectado. Si ciertas especies desaparecen, esto repercute directamente en nuestra supervivencia. Se trata de un miedo reptil, profundamente arraigado en nosotros, que explica también nuestra mayor sensibilidad hacia las cuestiones medioambientales y la causa animal.

Miedo al otro

Lo desconocido, lo diferente, siempre nos ha asustado. Este miedo al otro, ya sea una persona de otra cultura, de otro color de piel o de otras tradiciones, también está anclado en nuestras memorias colectivas. En ese momento, podría haber sido una respuesta protectora instintiva ante una amenaza potencial.

¿Qué hacer ante estos miedos?

Es importante dar un paso atrás. Estos temores son antiguos y, hasta cierto punto, naturales. Sin embargo, no deberían paralizarnos.

Cuanto más los alimentamos, más atraen situaciones que los fortalecen.

Entonces, un primer paso es comprenderlos. El mundo exterior puede ser caótico, pero es esencial construir tu propio universo interior.

Recuerda: la luz siempre regresa. En invierno, el sol parece apagarse, pero en primavera todo renace: apuntar más lejos, hacia días mejores, y saber que cada paso tiene un significado.

Angelical