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Falsas creencias sobre el karma

¿Qué es el Karma?


El karma es un vasto universo que significa «pasado» y que abarca estructuras de todo tipo: individuales, colectivas, conscientes o inconscientes, familiares o sociales. Es una inmensa base de datos universal, un depósito de todas nuestras elecciones y de todas nuestras experiencias acumuladas desde el principio de los tiempos.

A menudo comparo el karma con un planeta. Imaginemos que, al igual que un planeta, contiene una multitud de archivos de vidas pasadas y presentes. Cada individuo tiene su propia base de datos, que interactúa con el colectivo, el inconsciente y la Historia con H mayúscula.


¿Por qué reproducimos nuestro Karma?


Cuando estamos demasiado impactados por nuestro karma, terminamos reproduciéndolo inconscientemente, porque es lo único que nuestra mente conoce y retiene. Revivimos los mismos patrones hasta que tomamos conciencia de estos ciclos y decidimos transformarlos.

Para dejar de encarnar el propio karma es imprescindible salir a liberar lo que nos atiborra de esa inmensa base de datos, como si se limpiara un disco duro. Es aquí donde entra en juego la liberación kármica, que nos permite romper esas repeticiones y abrir paso a la creación de una nueva realidad.


Karma y dharma: dos caras de la misma moneda


El karma simboliza el pasado, con sus heridas, traumas y miedos. Una vez liberados de estas cargas, podemos entrar en el dharma. El dharma es el estado en el que dejamos de reproducir el pasado y comenzamos a crear nuestra vida en armonía con nuestra esencia profunda, guiados por nuestra intuición e instintos.

En el karma repetimos el pasado. En el dharma nos convertimos en creadores activos de nuestra realidad.


¿Es el karma punitivo?


Contrariamente a algunas creencias populares, el karma no es un juez. No castiga ni recompensa. La única forma de juicio que existe es la que nos infligimos nosotros mismos.

La idea de que debemos “pagar” por nuestras acciones pasadas en esta vida es una interpretación errónea. Lo que llamamos “deudas kármicas” no son sanciones divinas, sino áreas en las que no hemos sabido amarnos a nosotros mismos, espacios en los que nos hemos encerrado en patrones de sacrificio y obligación.


Entendiendo la deuda kármica


La deuda kármica no significa que tengamos que expiar los errores del pasado, sino que es un lastre emocional y energético que cargamos como resultado de heridas y experiencias no resueltas.


Estas deudas se manifiestan en forma de patrones repetitivos, bloqueos persistentes o situaciones limitantes que nos encierran en dinámicas de sacrificio y obligaciones inconscientes. La deuda kármica incluye todo lo relacionado con la renuncia, las limitaciones sufridas y los compromisos adquiridos bajo la influencia de creencias limitantes o experiencias pasadas no resueltas.


Suelen estar vinculadas a compromisos adquiridos en vidas pasadas o a creencias muy arraigadas que limitan nuestra evolución. Liberarse de una deuda kármica supone tomar conciencia de los patrones que nos frenan, comprenderlos y trascenderlos para avanzar con más libertad hacia nuestro verdadero camino de vida.


La noción de fatalidad y karma


Otro concepto erróneo sobre el karma es que se trata de una fatalidad, un destino inmutable del que no podemos escapar. Sin embargo, nada está escrito en piedra.

El karma no es un camino preestablecido que debemos seguir sin cuestionarlo. Siempre tenemos la capacidad de cambiar nuestra trayectoria tomando conciencia de los patrones que nos influyen y tomando decisiones diferentes. El karma es un potencial de crecimiento, no una condena.

Cada día, cada momento, tenemos el poder de transformar nuestra realidad modificando nuestra percepción y ajustando nuestras acciones. El libre albedrío interior sigue siendo un elemento fundamental de nuestra existencia y depende de nosotros decidir qué hacemos con las experiencias que vivimos.


Karma y temporalidad


Otra creencia común es que existe un “tiempo de integración” para la liberación kármica, como los famosos 21 días necesarios para cambiar un hábito. En realidad, el karma no tiene temporalidad: el pasado, el presente y el futuro existen simultáneamente.

El tiempo es simplemente una estructura humana. Nuestro cuerpo sigue ritmos naturales, ciclos, como las estaciones y los movimientos de la luna y el sol. Por lo tanto, la integración de un tratamiento o una liberación kármica depende únicamente del ritmo específico de cada individuo.


Liberación kármica: un nuevo camino


¿Podemos curarnos del karma? La respuesta es no, porque el karma no es una enfermedad. Por otro lado, podemos decidir dejar de vivir y reproducir el pasado. Liberarnos del karma es simplemente dejar de repetir estructuras que se nos escapan y recuperar nuestro poder creativo.


La liberación del karma abre un campo de posibilidades donde podemos, en conciencia, construir nuestra vida en lugar de sufrirla. Es un paso de la supervivencia a la creación.


Conclusión

El karma no es un juez ni una prisión, sino un espacio de exploración infinita. Es un vasto planeta donde cada uno tiene su propio viaje interior que realizar.

Liberarse del karma es emprender un auténtico viaje interior, lanzarse al descubrimiento de uno mismo y de todas las posibilidades que se abren ante nosotros.

Es un camino apasionante, una aventura donde por fin podremos recuperar nuestro destino.


Si este artículo te resultó interesante, no dudes en explorar mi otro contenido sobre el tema y visitar mi sitio web.



Angélique Chapuis, lectora de karma

🌐 Mi sitio web : www.caseor.com

📺 Mi canal de YouTube : Angélique Chapuis - Karma Reader



Una escena cósmica surrealista que representa la transición del karma al dharma. Una balanza simboliza el equilibrio entre la energía oscura y la luz dorada. Una puerta mística divide un mundo de grilletes kármicos y un espacio abierto bañado por la luz espiritual. Un camino espiritual serpentea a través de este universo, representando la evolución de las almas hacia el despertar y la liberación kármica.

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Angélique CHAPUIS - CASERO
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